Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Sres. Diputados, el Gobierno, por un exceso de delicadeza, disculpable cuando se trata de asuntos de honra, y cediendo a los deseos de un Sr. Diputado, trajo al Congreso, no sólo el expediente que ese señor Diputado deseaba, sino ciertos documentos que le justificaban, y de carácter completamente reservado. El Gobierno creyó que podía satisfacer los deseos de un representante del país sin comprometer el secreto de unos documentos que afectan altos intereses del Estado; pero al tener conocimiento de que esa reserva no ha podido llevarse a cabo, el Gobierno los retira; y atendiendo a que de cualquier modo aún en aquella creencia que tenía el Gobierno de buena fe, se haya equivocado, porque no ha resultado lo que deseaba; y considerando que los Gobiernos no deben equivocarse y son responsables de sus errores, el Gobierno presentará inmediatamente su dimisión en manos de S. M.

Aquí estaban los Ministros que lo constituyen por servir los intereses de la revolución, y por servir los intereses de la revolución abandonan gustosísimos sus puestos, cubriendo con sus personas altos intereses de Estado, y deseando que los que los reemplacen sean más afortunados; en la inteligencia de que, poco o mucho, lo que valgan en el Parlamento, en uno y otro Cuerpo Colegislador, estará siempre a la disposición del Gobierno que S. M., en el uso de su prerrogativa, se sirva designar.

Ruego, pues, al Sr. Presidente se sirva consultar a la Cámara si suspenderá sus sesiones, como es costumbre, ínterin S. M resuelve la crisis de la manera que considere más conveniente a los altos intereses del Estado.